“LOS VIAJES DE SULLIVAN” O LA APOLOGIA DE LA COMEDIA

Preston Sturges rodó esta película en 1941 en un contexto en el que, según sus propias palabras, “era su deber hacerla”.
Visto lo visto se tendría que volver a estrenar en los cines de todo el mundo.


El argumento de “Los Viajes de Sullivan” es simple: el protagonista es un un director de cine (J.L. Sullivan) que sueña con realizar la gran película que refleje por fin el drama humano que viven los pobres (en EEUU en los años 30, el paro alcanzó el 30% de la población). Sullivan, que ha crecido en oropeles y que de pasarlo mal...no tiene ni idea, decide disfrazarse de vagabundo y salir a “buscar problemas”. “La única forma de entender la pobreza es viviéndola”.

Cualquiera diría que es el argumento vital de muchos progres de hoy en día. Universitarios, semi-hippies, que quieren ser solidarios y deciden irse al Tercer Mundo…¡Pero ojo! La hipocresía con los pobres ya se criticaba en el año 41 y nada menos que desde Hollywood.
Como cambian los tiempos…

En fin... Sullivan piensa “La única forma de entender la pobreza es viviéndola”. Pero claro, Sullivan no la “vive”. En cuanto le entra el hambre llama a su mayordomo para que le traiga champán. Si estornuda aparece su medico y si en algún momento todo se tuerce... tiene una tarjeta incrustada en el zapato.

No es mi intención desvelar aquí la trama de la película sino animarles a que ustedes mismos la descubran. Sin embargo adelanto (me veo obligado, al querer escribir sobre ella) que Sullivan, por azares del destino (o por inocente), acaba viviendo y padeciendo la pobreza y la humillación en carne propia. Por jugar con fuego. De pronto el disfraz se convierte en su piel.
Y cuando por fin todo acaba, cuando el director vuelve para rodar su gran drama sobre los pobres…el director a cambiado de idea. Sullivan ya no quiere hacer un gran drama sobre los pobres. Quiere hacer una comedia…para ellos.

Sullivan descubre a lo largo de la cinta (y nosotros con él) que la comedia alimenta a los hambrientos, que la risa ensancha el alma y que el humor (le pese a quien le pese) es el lenguaje de los más sencillos.
Sturges abre un paraguas sobre Chaplin, Keaton y todos aquellos que decidieron endulzar nuestra vida enseñándonos a reír de otra manera.
La propia película empieza con esta advertencia:

“Esta película esta afectuosamente dedicada
a todos los que nos hacen reír. Los saltimbanquis, los payasos
y los bufones de todos los tiempos y de todas las naciones
que con su esfuerzo nos han alegrado un poco más la vida”

Estoy seguro de que a Berlanga o Benigni les nació su vocación viendo esta obra maestra. Una película atrevida en fondo y forma. Porque Sturges no solo revitaliza el guión de la fábula de Mark Twain “El Príncipe y el Mendigo” (tantas veces versionado en el cine), sino que contrsuye, con un estilo audaz, una cinta que va saltando de géneros y lenguajes sin complejo alguno. Desde el Slapstick de persecuciones (arquetipo de la comedia muda); a la elegante comedia romántica a lo Lubistch. Desde el drama carcelario más cruel hasta el cine de acción . Desde el documento social hasta el thriller psicológico. Una montaña rusa de emociones, estilos, personajes y diálogos para acabar... con una apología de la comedia. Una autojustificación de un estilo que casi siempre se ve como menor. La COMEDIA.

Sturges la utiliza (como solo saben hacerlo los grandes cómicos) como un arma y no como placebo. De su mano, Preston Sturges arremete contra la hipocresía de la falsa caridad; contra la utilización –casi zoológica- que hacemos de los pobres; contra los llamados “artistas solidarios”; contra la mezquindad de los medios…y rescata, al mismo tiempo, a los más humillados. Les muestra solidarios, seres humanos que están dispuestos a compartir hasta lo que no tienen. Pero sin caer en el paternalismo. Como en la vida misma, aparecen personas sencillas...buenas y malas.

Sturges utiliza la comedia para atacar el poder y servir a la humanidad.

Les invito a buscar esta película y a disfrutar de ella (hace poco ha aparecido en la colección “GRANDES DIRECTORES” que vende el ABC los Sábados). Espero que tras verla podamos iniciar un dialogo en profundidad sobre los temas que aborda. Estén de acuerdo con lo que planteo en este “articulo” o no.

Creo que merece la pena emprender un viaje con Sullivan para situar el debate en la actualidad. Para dialogar sobre la necesidad de un cine social más humano y más cercano a la gente sencilla. No un cine de humor vacío y tópico. Sino un cine que entre por el corazón, arremeta en la conciencia, salga entre lagrimas y sonrisas y nos deje después de verlo, con un poquito más de luz en medio de la noche.

Como diría Cantinflas:

“El mundo debería reírse más, pero después de haber comido”

Moraleja: el cine social, si quiere realmente ser social, tiene que plantearse (por lo menos plantearse) dialogar con la comedia.

No estaría mal mandarle una copia a Fernando León...¿alguien tiene su dirección?

Raúl San Julián

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